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No seguir dando patadón hacia adelante. Por Luis Bacallado

Los últimos 15 meses en el Archipiélago ya forman parte de nuestra hemeroteca como una de las etapas más difíciles de nuestra más reciente historia. Y no es que por estos lares hayamos sido muy lustrosos en algún momento pero sí es cierto que antes de que todo saltara por los aires, la economía canaria se encontraba enganchada a los récords turísticos y teniendo como telón de fondo el sempiterno debate de la diversificación económica, que parecía que iba a entrar a la cancha en cualquier momento. Para más inri, teniendo todavía fresca la recesión de 2008 y sus consecuencias que marcaron a toda una generación.

En ese sentido, ya de poco sirve aportar números en cuanto a niveles de paro, empresas cerradas, pymes y autónomos con apuros o nuevas colas en las ONG´S, las cuales no dan abasto, porque sería hurgar en una herida que las mayorías isleñas han sentido en mayor o menor medida y que en muchos casos se conjugaron con los efectos de la mencionada anterior recesión, agravando más la salud de un modelo que desde hace una década estamos oyendo que es “caduco”.

Así las cosas, y como reza el refrán, no hay mal que cien años dure, desde las instancias gubernamentales canarias, el altavoz oficial se ha puesto manos a la obra anunciando un pack de medidas destinados a ir levantando el armazón destruido por la pandemia que incluyen las extraordinarias ayudas venidas de Europa o más recientemente la comidilla de todos, esa nueva tómbola turística destinada a reactivar el motor de la economía canaria a través del turismo interior.   El maná no está llegando con la rapidez y efectividad que todos quisieran pero el mensaje del Ejecutivo regional es taxativo: La recuperación llegará a partir de este otoño (como aquel que apuesta all in y sabe que no puede fallar).

Dicho lo cual, desde estas líneas nuestros más ferviente deseo es que por lo menos, se cumpla una tercera parte de los buenos augurios que pregona el Ejecutivo, porque a decir verdad sentimos como nuestro el dolor de una sociedad agotada, en la que sus mayorías siempre pagan el pato a las primeras de cambio y en el que cientos de proyectos de vida se ven coartados por un modelo que no funciona y que a nuevo vaivén internacional queda al desnudo.

Pero esa ansia no nos debe despistar del mayor reto que tiene el Archipiélago en las próximas décadas. Un nuevo modelo que haga la economía canaria más robusta y menos dependiente de los aconteceres externos. No hace falta grandes revoluciones ni cambios drásticos, lo único que hace falta es músculo social (implicación asociativa-civil, sindical, empresarial) y sobre todo voluntad política. Porque si ese cambio no se ha ejecutado es porque éste produce una repartición del poder económico que a muchos no interesa y cuyo precio de esa inacción pagamos caro. El político en su cómodo papel de intermediario, no ve compensación en un esfuerzo de este calibre.

No se trata de construir castillos en el aire sino de establecer estrategias a corto plazo, condiciones objetivas tenemos y tecnócratas para llevarlas a buen puerto también. Conceptos como una nueva legislación en sostenibilidad territorial, nuevo tejido empresarial en  energías renovables o redefinir el papel estratégico de nuestros Puertos deben pasar de las tertulias en medios a los despachos de responsabilidad. Al igual que cuestiones nada baladíes como el techo competencial en aguas interinsulares, la repotencialización de nuestro sector primario e industrial o qué papel jugamos en la gestión de nuestros aeropuertos, por citar solo algunos ejemplos.

El turismo seguirá siendo la cabeza visible de nuestra economía, eso no va a cambiar ni tampoco interesa que lo haga. Pero repartir los huevos en distintas cestas amén de revisar en qué coordenadas estamos haciéndolo, va a ser una cuestión de la que dependerá nuestro futuro como sociedad en las próximas décadas. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad y las herramientas. Si no somos capaces de ello, lo único que conseguiremos con estas medidas de recuperación es seguir dando patadón hacia adelante y a seguir jugando hasta que nos den el siguiente golpe.

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